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GERMINADOS
 
Nutricionalmente hablando, los germinados tienen ventajas importantes. Si las comparamos a las semillas cocinadas encontraremos que estas poseen más nutrientes (vitaminas, minerales, oligoelementos y enzimas) y que, además, dichos nutrientes son más accesibles para nuestro cuerpo. Se digieren mejor y están en mayor biodisponibilidad.
 
Los pasos a seguir para germinar son sencillos: Es necesario activar la semilla previamente, dejándola a remojo una noche. Esto únicamente se podrá hacer cuando la semilla está cruda. Si ha sido tostada será imposible poderla activar y posteriormente germinar. Activando la semilla desactivaremos los inhibidores enzimáticos responsables de que la semilla únicamente germine cuando se den las condiciones propicias para ello. De esta forma facilitaremos mucho el proceso. Además hay que hacer hincapié en que aunque no se llegue a germinar es mucho mejor consumir las semillas activadas, por ejemplo los frutos secos, ya que los minerales y vitaminas se absorben con mayor facilidad. Una vez activadas las semillas, las enjuagaremos y posteriormente, las dejaremos reposar tapadas (sin luz y sin agua) en un recipiente con algún acceso de aire (por ejemplo un bote con una gasa sujetada con una goma) Un par de veces al día las enjuagaremos de nuevo.
 
En la foto aparecen judías azukis germinadas. Para llegar a este punto de germinación, sería necesario poner dos dedos de judías azukis. Dejarlas a remojo una noche. Poner una bolsa de té sujetada con una goma para que entre aire y pueda salir el agua sobrante y finalmente dar la vuelta al bote dejándolo un poco inclinado, con por ejemplo un tenedor en la base.
 
 
El proceso para germinar es el mismo (o muy similar) para cualquier semilla. Lo único que variará será el tiempo de germinación. Dicho esto, hay germinados que son más difíciles de germinar. Por ejemplo las semillas pequeñas al apelmazarse con el agua escurren peor. Si bien cualquier semilla es germinable, no todas son igual de aptas para el consumo humano. Es preferible no consumir germinados de solanáceas (como el tomate, pimiento o la berenjena entre otras) por la alta presencia de solanina cuando la planta está creciendo. Cosa que no ocurre una vez el fruto está maduro. Tampoco sería muy recomendable germinar judías (a excepción de las azukis y de la judía mungo) ya que contienen un gran número de oligosacáridos difíciles de digerir crudos. De esta forma se acumulan en el intestino, creando muchas flatulencias.

 

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